Es poco habitual visitar casas con encanto como ésta: esta vivienda tipo resort de estilo rústico renovado junto al mar en Brasil es casi un soplo de aire fresco. Vista en Casa Abril, tiene aspecto de ser un espacio renovador, la típica residencia donde recargar pilas para reincorporarse a la rutina de la gran ciudad… Y sí, así es…
Se trata de una decoración rústica, nada recargada, con un punto de ascetismo: paredes revestidas de ladrillo visto, techos con vigas de madera, suelo cerámico, pero todo pintado de blanco… Para aportar frescor y luminosidad a toda la casa, que tiene una decoración limpia sin objetos caprichosos que distraigan de lo principal.
Esta casa singular está situada en la costa de Buzios, cerca de Río de Janeiro, una península con más de 20 playas en la región de los Lagos en Brasil. Allí acudió la joven familia carioca propietaria buscando un lugar tranquilo, de playa, pero alejado del turismo de masas. Y lo encontró en esta aldea de pescadores en la playa de Manguinhos…
La casa era la típica de esta ciudad balneario, por lo que se conservó la planta, centrando la reforma en los interiores. Se trata de un resort entre cocoteros, completamente volcado al exterior, donde ventanas y puertas se limitan a enmarcar las bellas vistas de la vivienda sobre el mar…
Por eso, situándose en el jardín en una punta de la casa (de planta muy alargada, nada menos que 60 metros de longitud), se puede ver justo el extremo opuesto y otra vez una zona al aire libre…
La reforma conservó la planta original de la casa, y se centró en los revestimientos interiores: ladrillo encalado visto en los paramentos verticales, cerámica en los suelos teñida con una pintura epoxi, techos de madera…
Sólo el dormitorio principal está situado en la segunda planta (ocupando con el cuarto de baño un total de 50 metros) con impresionantes vistas sobre el mar.
El resto de la casa se reparte en una planta muy alargada de sólo 12 metro de ancho por 60 metros de largo, y todos los dormitorios ensuites se sitúan abajo ganando en frescor. El salón y la cocina, abierta al primero, son las únicas estancias que disponen de vistas al mar.
Los espacios al aire libre son tanto o más importantes que el interior de la casa. Por eso, en la parte de atrás, el salón se abre sobre un jardín con piscina e impresionantes vistas sobre la costa.
En el extremo opuesto un salón de exterior sirve de recepción a la casa, y aún hay más pequeños rincones en los que disfrutar de la brisa marina y la sombra de las palmeras…
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